eso que llaman banner

Eso que llaman Resiliencia

Wanda Figueroa-Fuentes, Ph. D.

Algunas personas sienten la lluvia, otras simplemente se mojan.

Anónimo

Niño con salvavidas dentro de una piscina

Quiero comenzar esta sección con una reflexión sobre el significado y naturaleza de la resiliencia. Piensa en ella como la lluvia que cae. Hay momentos que vemos las nubes grises acercarse; si son muy claras, pensamos que posiblemente no lloverá. Las nubes siguen su camino, y no pasa nada. En cambio, si las nubes son de color gris oscuro, pensamos que, definitivamente, lloverá y hacemos lo necesario para estar listos y protegernos: buscamos una sombrilla, cerramos las ventanas, nos detenemos en un lugar donde no nos mojemos. Así como cuando vaticinamos un aguacero, la persona resiliente identifica la gravedad de la situación que enfrenta y decide qué estrategia de acción va a seguir. Reconoce sus capacidades y confía en que puede superarla.

Una nube color gris claro nos alerta de la posibilidad de lloviznas pasajeras. Esas “lloviznas pasajeras” son las situaciones que enfrentamos día a día, las mismas que nos fortalecen a medida que las superamos y generan en nosotros un sentido de autoestima positivo. Y pensamos: “Me siento segura de que puedo enfrentar esto con más calma, control, entendimiento.” Esto promueve, en la persona, un autoconcepto positivo; esto es, sentir que tiene la capacidad, el conocimiento, la perseverancia, la tenacidad para enfrentar y superar la situación.

Así como cuando caen lloviznas ligeras, y nuestros niños y niñas se agobian por las situaciones que les suceden en su diario vivir, es necesario ayudarles a entender que tienen la capacidad para superar esas dificultades. Que tú, como persona adulta, estás ahí, dispuesta a “mojarte” en su compañía hasta que encuentren la alternativa que les permita rebasar el contratiempo. De esta forma, tus acciones aportan a la seguridad y el sentido de esperanza de la niñez.

De otro lado, cuando nos enfrentamos ante un cielo con nubes de color gris oscuro, reconocemos que el resultado pudiera ser un fuerte aguacero, y necesitamos prepararnos. Cuando tenemos la capacidad de identificar que existe una situación difícil y que representa un reto, esto nos permite preparamos mental, física y emocionalmente.

Después del fuerte aguacero llega la calma. Aprendimos a enfrentarlo y superarlo, a identificar y tratar opciones, a reconocer qué funciona y qué no. En ocasiones, en nuestro proceso de adaptación, y luego de haber experimentado varios aguaceros muy fuertes, aprendemos que podemos encontrar calma y serenidad aún durante los momentos difíciles. La resiliencia, es decir, la capacidad que desarrollamos cuando vivimos y superamos una experiencia difícil, nos transforma, nos fortalece, y la dificultad, la hacemos “nuestra”.

Es importante señalar que, en ocasiones, no podemos resolver todas las situaciones difíciles, o nubes grises, con que nos topamos. Esas son vivencias que, definitivamente, dejan huellas que, con el tiempo, nos hacen fuertes y aportan a nuestra transformación. El aguacero puede ocurrir de forma inesperada y hasta convertirse en tormenta, trayendo otros elementos previamente inimaginables. Son experiencias que nos llevan al límite de nuestras capacidades, haciéndonos sentir muy vulnerables. Son retos inmensos en los que pensamos y realizamos acciones que no sabíamos que podíamos hacer. Estos son los momentos cuando es crucial la resiliencia tanto personal como familiar y comunitaria. ¡Nos sorprendemos de lo fuerte que somos y no lo sabíamos!

Lo cierto es que, la mayoría de las veces, sí sabemos cuáles son nuestras fortalezas, pero en momentos de extrema dificultad es cuando se generan y validan sentimientos de valentía, determinación. Es una gran gama de emociones que se mezcla con los valores que adoptamos a través de la vida y, por tanto, protegemos como inquebrantables. Son momentos en los que identificamos las capacidades que poseemos, así como los recursos humanos que tenemos disponibles para acompañarnos en la construcción de una solución nueva o mejor que la existente.

Ciertamente, las persona —de cualquier edad— interpretan su realidad de acuerdo con sus experiencias de vida. Identifican e internalizan cuáles son sus fortalezas o qué son capaces de hacer basado en los mensajes que reciben de otros individuos en su entorno familiar, escolar, comunitario e, incluso, de los medios de comunicación. Cuando los niños y las niñas viven en entornos donde se les expresa y demuestra seguridad, valor por sus opiniones y decisiones; se les trata con respeto, cariño, equidad; se les apoya para que establezcan y mantengan control interno, y desarrollan relaciones duraderas y positivas con otros sujetos, están aprendiendo a ser resilientes. Es como cuando termina la lluvia y se ve el cielo claro y hermoso: hay calma.

Cuando la niñez expresa angustia, tristeza, temor o coraje por alguna situación que esté experimentando, es importante que la persona adulta reconozca dicha emoción como real y comprenda el nivel de importancia que la niñez le otorga. En ocasiones entiende su situación de vida como un aguacero grande o una tormenta. Entonces, piensa en lo que pasa por tu mente cuando escuchas la pena o preocupación del niño o la niña. ¿Atiendes su reclamo o consideras que la situación tiene una dimensión menos compleja, que es “una llovizna”? Acompáñale a identificar cuál es el problema. ¿De qué manera le afecta? ¿Cómo le hace sentir? ¿A quién más afecta positiva o negativamente? En este proceso, es importante, también, validar las cualidades y fortalezas del individuo. ¿Qué ideas propone para atender la situación y determinar cuál será el próximo paso a seguir? Piensa en cuántas veces tomaste el paraguas y le invitaste a guarecerse cerca de ti, a sentir que le acompañas, entiendes, validas.

La vida es un renacer constante en el que agradecemos tanto la lluvia ligera como los aguaceros y las tormentas porque cada una de ellas nos hace sentir con vida, competentes, independientes, en compañía, con valentía, espiritualidad y hermosura. ¡Siente y disfruta la vida!

Escribe lo que piensas…

  • ¿Cuántas veces, aunque fuera difícil para ti, sostuviste el paraguas ante la tormenta que el niño o la niña estaba viviendo?
  • ¿De qué manera tu proceder le proyectó calma, seguridad y paz en momentos difíciles?
  • ¿Qué haces para protegerte y superar tus tormentas con aguaceros fuertes, esas lloviznas que surgen aquí y allá?

Resiliencia: Una trayectoria de vida…

La resiliencia comprende aquellas capacidades que se forman y transforman durante la vida. Por eso, en ese transcurso, somos resilientes de diferentes maneras. Todos los días, la vida nos presenta retos grandes y pequeños, y eso nos va ayudando a edificar nuestra resiliencia, el sentido de que “yo puedo”. Por ejemplo, de momento no encuentro el documento que me solicitan en una agencia para completar un trámite importante. Las preguntas que me formulo incluyen: ¿cómo enfrento esta situación?, ¿qué alternativas o recursos identifico para solucionarla?

Las experiencias que acumulamos a través de la vida nos confirman nuestro potencial y habilidad para seguir adelante. Por ejemplo, el proceso del nacimiento puede ser, para algunos bebés un evento de alto estresor. Si la trayectoria del embarazo fue con calma, alegría y serenidad, el encuentro con mamá proveerá un sentido de acogida, felicidad, aceptación y seguridad para el bebé. Por otro lado, si ese proceso está marcado por altos niveles de estrés en la madre, esto, unido a la “tarea de nacer” puede representar un reto para la criatura al tratar de regular su estado interno (Decker, 2016). La familia debe asegurar que el recién nacido experimente un entorno de riqueza sensorial afectiva (Cyrulnik, 2014) donde las miradas, los gestos, las voces, las caricias y la cercanía de cuerpo a cuerpo con las personas adultas a cargo de la niñez expresen un mensaje, en conjunto, de acogida, amor, ternura, aceptación, seguridad y protección incondicional. Estas experiencias vividas representan los factores de protección que el bebé necesita para emprender su camino hacia una persona resiliente.

A continuación, te presento un mapa conceptual que representa cómo se comunica la resiliencia a través de las emociones y el contexto social. La resiliencia es un proceso de vida, que comienza desde el desarrollo prenatal hasta la vejez.

Triángulo de la e resiliencia

Como todo proceso, hay momentos en que la persona siente que “fluye” con sus decisiones, actitudes, metas y retos. No obstante, hay otras instancias en la vida en que se siente estancada, atrapada, desesperada. Es en esos momentos cuando su conocimiento y sus habilidades para superar una situación muy difícil le ponen a prueba. Entonces, aplica aquello que le funcionó antes y, en muchas ocasiones, genera fuerzas y estrategias, que ni imaginaba que tenía, para salir adelante. ¡Así de espectaculares somos!

Si regresamos al mapa conceptual, en el centro encontramos nuestras capacidades y potenciales. El primer triángulo consta de tres conceptos medulares a la resiliencia: el apego, la autoestima y el autocontrol. Estos se conectan, a su vez, con el segundo triángulo, en el cual se encuentran los conceptos: “yo soy”, “yo puedo” y “yo tengo”.

El apego es la conexión especial que hace el niño o la niña con las personas que le dan seguridad, calma, aceptación. A través de las relaciones que va formando con su familia, genera un esquema interno de su sentido del Ser. Yo soy amado, valorado, respetado, aceptado, cuidado, protegido. Yo soy perseverante, luchadora, cariñosa.

Piensa y escribe...

¿De qué manera tu proceder como educador o educadora promueve la seguridad, la calma y la aceptación en tus niñas y niños?

Dos hermanas jugandoLa autoestima se va desarrollando inicialmente con las experiencias en el entorno familiar, donde recibimos mensajes constantes y contundentes que fortalecen nuestro Ser.

Algunos de estos mensajes son: “eres maravillosa; eres hermosa de muchas maneras, inteligente, justa; eres capaz”. Estas palabras y acciones van creando un esquema mental que comunica al niño o la niña el mensaje de “tú puedes”: tu puedes lograr lo que te propongas, las personas disfrutan estar contigo, tienes personas que consideren que tu amistad es muy valiosa.

Piensa y escribe...

¿Qué palabras usas para destacar las características positivas de cada niño y niña?

El autocontrol nos permite examinar y decidir las acciones que debemos seguir. Este se va enriqueciendo a través de la vida con los valores que aprendemos en la familia, en otros entornos y que adoptamos como propios. Algunos de los valores que aportan al autocontrol son la justicia, la veracidad, la valentía, la humildad, la equidad y el respeto. Estos contribuyen a desarrollar un esquema de acompañamiento mediante el cual el niño o la niña identifica lo que “yo tengo”, lo que fortalece su resiliencia: “Yo tengo una familia, maestras y maestros, amigos y amigas que me apoyan; tengo ideas que puedo intentar y compartir, recursos que puedo utilizar”.

Todos los conceptos expuestos forman un triángulo que contribuye al desarrollo de la resiliencia en cada persona.

Tres hermanas

Pareja con mujer embarazadaCuando estaba en tu vientre y escuchaba que me decían palabras cariñosas, de forma suave, con alegría y emoción por mi futura llegada, ya me sentía bienvenida. Cuando cantabas solo para mí, esas eran las canciones que, al nacer, me tranquilizaban y me hacían sentir en paz. Cuando acercabas tu mano alrededor de tu barriga sintiendo donde yo estaba, ahí estaba yo con mi cuerpo comunicando cuanta emoción tenía de verte pronto y que me tuvieras en tus brazos. Casi no podía esperar, y un buen día me ayudaste a nacer. Ese momento crucial fue el inicio de nuestro vínculo de amor, que ha forjado un camino de aprendizaje a través de mi vida.

Pareja con su hija recién nacidaAl nacer, la forma en que me sostenías muy cerca de ti, las miradas, sonrisas y palabras de amor de todas las personas en la familia, me hicieron sentir segura, amada y aceptada tal como soy. Cuando comencé mi travesía de explorar las texturas de los alimentos, los espacios y objetos a mi alrededor, allí estaban ustedes para alentar mi esfuerzo y mis ganas de conocer. Cuando dejabas que descubriera cómo rodar, gatear, treparme y meterme en espacios, a veces un poco complicados, y te dejaba saber que estaba en problemas, llegabas a apoyarme. Todas esas vivencias me ayudaron a crear más seguridad en mis capacidades. También me enseñaron a confiar en que, en momentos difíciles, siempre encontraré en mi camino personas solidarias como ustedes. La confianza nos lleva a tener esperanza de que todo estará bien, a mirar la vida y las situaciones de forma positiva, que tengo la valentía, la fortaleza y la capacidad para intentar lo que me proponga.

Recuerdo que cuando me sentía mal o enferma, siempre me entendías, estabas pendiente a que me tomara la medicina y buscabas la manera de que me sintiera mejor. Escuchar tu voz de ternura hacia mí, sentir tus abrazos y caricias, era parte esencial para sentirme mejor. Si, al jugar, me daba un golpe y lloraba, siempre reconociste la magnitud de mi dolor, de mi sentimiento. Con tu trato, me enseñaste a tener empatía hacia otras personas, a reconocer y sentir compasión por el dolor de otros.

Madre e hija se muestran amorMi hogar y mi escuelita siempre me brindaban la estructura que necesitaba para saber qué cosas sucederían durante el día. Aprendí a esperar porque sabía que, en algún momento, me tocaría mi turno. Eso me enseñó a ser una persona justa y equitativa ante los encuentros con otros. Anticipar cómo sería mi próxima oportunidad, o “debut”, era emocionante, me daba felicidad y seguridad. Las reglas se establecían con un margen de flexibilidad; por eso aprendí a negociar cuando quería o necesitaba algo para mí o para otra persona. Me enseñó que la comunicación entre las personas es esencial para estar bien.

Familia en la playaAlgo muy importante para mí y que recuerdo con cariño eran los encuentros familiares y las celebraciones en mi escuelita. “Recuerdo los viajes en familia a la playa. Me enseñó a ser más independiente porque no todo el tiempo tenía a mami y papi pendiente a mí. La playa es un lugar donde se dejan los malos ratos y se comparte tiempo de calidad en familia, y creo que eso es súper importante en todo momento” (G. Natal-Martínez, comunicación personal, 30 de enero de 2021).

Los viajes en familia o con mi maestra y amistades de la escuela eran siempre una invitación a tener aventuras memorables. Una de esas aventuras que siempre recuerdo era ir al Morro a volar chiringa.

“Nos gustaba ir y pasar el día tranquilo. Mi papá siempre decía que viviera el momento, pues nunca sabíamos cuándo sería la última vez. Eso hizo que valorara hasta el más mínimo detalle. Nos comíamos un helado y caminábamos por las empinadas calles del Viejo San Juan. Eran los mejores días” (A. Pacheco Negrón, comunicación personal, 30 de enero de 2021). Me enseñó a que las cosas sencillas en la vida son importantes porque nos permiten valorar la riqueza de estar con personas amadas. Aprendí lo importante y necesario de tener un espacio donde puedo “soltarmis preocupaciones y sentirme en armonía con la naturaleza, sentirme en paz.

Otros recuerdos que tengo de las celebraciones en familia y en la escuelita llenaban de alegría mi corazón porque sentía que esos vínculos, al estar acompañados, serían duraderos. “Recuerdo, de pequeña, cuando mi mamá, mi abuela, mi hermano y yo compartíamos juntos el día de Navidad. Desde que recuerdo, siempre nos uníamos para celebrar esta linda tradición. Sé que puede sonar muy común esta actividad, pero me causa mucha alegría poder compartirla con mis seres queridos. El abrir los regalos y ver películas navideñas con gran ilusión son mi mayor recuerdo junto a mi familia. Es aquí donde se muestra la unión, el amor incondicional, la gratitud y la empatía entre nosotros. Estos factores, estos valores, hacen que mi familia y la de todos permanezca feliz, pero sobre todo unida” (Q. Suazo Reyes, comunicación personal, 30 de enero de 2021).

Establezco una pausa a este diario, no sin antes agradecer a mi familia, maestras y amistades por su acompañamiento y lecciones de vida a través de este recorrido. Me ayudaron a diseñar la persona resiliente, segura, amorosa, justa, ponderada y valiente que soy. ¡GRACIAS!

Tres hermanas juegan en la playa

Pequeñas lecciones para ayudar a las familias y a la niñez a buscar apoyo

Al mirar la definición de apoyo que ofrece el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), encontramos dos acepciones que expresan que significa:

  • Cosa que sirve para apoyar o apoyarse.
  • Protección, auxilio o favor.

En el contexto de la resiliencia, podríamos decir que el apoyo es la expresión genuina, espontánea y acertada que ofrece una persona hacia otra con el fin de viabilizar el restablecimiento de su bienestar. Desde la perspectiva de la familia y de la educación, el apoyo debe ser aquello en el que la niñez se sienta protegida, escuchada, valorada y reconocida.

En la Figura 2, a continuación, podemos identificar dos factores importantes que nos ayudan a construir nuestra resiliencia, ya sea a nivel individual o familiar: el apoyo externo y la fuerza interior (Best Start Resource Centre, 2017).

Figura 2

Factores que aportan a construir la resiliencia

  1. Establecemos relaciones de cuidado genuino.
  2. Identificamos los modelos positivos que tenemos en la familia y la comunidad.
  3. Iniciamos la búsqueda y acceso de recursos disponibles en la comunidad.

APOYO EXTERNO

  1. Mantenemos autorregulación adecuada ante los momentos difíciles.
  2. Pensamos sobre nuestras acciones y consecuencias.
  3. Tenemos confianza en que podemos resolver la situación.
  4. Mantenemos una mirada positiva ante la vida.
  5. Asumimos la responsabilidad por nuestras acciones y participación.

FUERZA INTERIOR

Piensa y escribe...

  • ¿Qué apoyo externo tienes en tu entorno laboral?
  • ¿Qué apoyo externo tienen las familias de tu salón o escuela?
  • ¿Cuál consideras es tu fuerza interior mayor? ¿Cuál sería la de tus niños y niñas en el salón?
  • ¿Qué aspectos de tu fuerza interior deseas fortalecer?

Las relaciones de cuidado, ya sea en la familia, la comunidad o el entorno escolar, son sumamente importantes porque aportan significativamente al sentido de seguridad, necesario para fortalecer la resiliencia. Cuando las niñas y los niños —así como también las personas adultas— viven en un ambiente de cuidado responden mejor: cuando se sienten amadas y amados, comprendidas y comprendidos, aceptadas y aceptados, protegidas y protegidos de cualquier daño, y cuando reconocen que sus necesidades son atendidas. Asimismo, la calidad de la interacción positiva de cuidado y apego con su familia les ayuda a establecer relaciones de cuidado con otras personas. Además, a las niñas y los niños seguros les es más fácil buscar ayuda o apoyo de otros cuando han vivido esas experiencias.

Fortalecemos las relaciones de cuidado tanto hacia las niñas y los niños como hacia los miembros de sus familias cuando:

  • Les damos atención y afecto de forma sincera: por ejemplo, mediante besos, abrazos, sentarse juntos en una mecedora o sillón a conversar, mirar su entorno, cantar.
  • Jugamos con ellas y ellos.
  • Les consolamos cuando sienten dolor, miedo, preocupación.
  • Les escuchamos con interés.
  • Demostramos empatía hacia lo que sienten otras y otros.
  • Les ayudamos a que identifiquen y expresen sus sentimientos.
  • Les leemos y contamos cuentos.

Es importante que las personas adultas reconozcan que sus acciones u omisiones representan un modelo importante para el desarrollo de la resiliencia en la niñez. Cuando se convierten en modelos positivos, las niñas y los niños:

  • Aprenden lo que ven de sus mayores, que consideren significativo o importante.
  • Demuestran cómo pueden manejar situaciones difíciles de forma calmada, positiva y flexible.
  • Cuidan de la salud de todos los miembros de la familia.
  • Demuestran comprensión, compasión y amabilidad en su trato cotidiano entre los miembros de la familia y con la comunidad.
  • Mantienen control de las emociones de forma que se proteja la dignidad y el respeto hacia todas las personas.
  • Tienen paciencia.
  • Consideran importante olvidarse de ser perfectas o perfectos.
  • Se detienen y vuelven a pensar: ¿qué hice?, ¿por qué lo hice?, ¿pude haber tratado otras alternativas?, ¿era necesario en esos momentos?
  • Asumen responsabilidad de sus sentimientos y acciones.
  • Utilizan el buen humor para disipar alguna situación.
  • Mantienen una actitud positiva ante los retos en la vida, fortaleciendo la esperanza de que podrán encontrar alternativas para mejorar las situaciones.

Un factor de apoyo externo es la comunidad. La persona resiliente busca alternativas y recursos disponibles en su entorno para mejorar su situación y la de su familia. Cuando las personas adultas identifican y alcanzan estos recursos, se convierten en modelos de la importancia de tener alianzas con otros, de reconocer cuáles son sus límites y, por ende, de cuándo es necesario buscar ayuda. Identificar recursos en la comunidad es importante porque transmite, a la niñez, el mensaje de que:

  • Solicitar ayuda es una señal de fortaleza y salud mental.
  • Solicitar ayuda de familiares, amistades y grupos en la comunidad, o asesoría espiritual, es la mejor manera de sobrellevar momentos difíciles.
  • Es siempre importante establecer una red de apoyo con la que pueda contar.
  • Puede inventar una señal que reconozca cuando alguien en la familia necesita ayuda.

Resiliencia comunitaria: Transformando las fortalezas de todos

Estudios indican que las relaciones del individuo con su familia y la comunidad —las cuales fortalecen la resiliencia— son un factor de protección para sostener su capacidad de enfrentar los riesgos (García-Vesga & Domínguez-De La Ossa, 2013). La sincronía de esta relación está representada en la Figura 3, en la que se destaca la importancia que tiene cada componente en el desarrollo y promoción del bienestar de todas las personas. Dichas relaciones:

  • Promueven la sustentabilidad alimentaria, física, emocional.
  • Fortalecen los recursos que tiene cada persona.
  • Crean un proceso dinámico de interacción o intercambio de saberes y recursos.
  • Requieren adaptación.
  • Integran las emociones como motor de acción.

Figura 3

Relaciones que fortalecen la resiliencia

Figura 3: Recuadros que representan las relaciones que fortalecen la resiliencia: Individuo, Familia y Comunidad

Uriarte Arciniega (2013) propone tres clasificaciones que describen la resiliencia: estabilidad, recuperación y transformación. Cada clasificación genera capacidades a nivel individual, familiar y comunitario. Dichas capacidades, expuestas en la Figura 4, destacan cómo la estabilidad en una persona, familia o comunidad resiliente aporta a desarrollar vínculos de solidaridad que ayudan a enfrentar los obstáculos y riesgos. La capacidad de recuperación se refiere a la determinación y fortaleza para regresar a su base u origen luego de haber vivido y enfrentado una situación o evento traumático o difícil. Es regresar a un “espacio de calma” luego de combatir las circunstancias difíciles que la vida nos presenta. Por último, está la capacidad de transformarse, la cual surge como resultado de las lecciones aprendidas. Se refiere a renacer, resurgir con una visión empoderada de sus capacidades con una disposición a considerar otras posibilidades.

Figura 4

Capacidades de la persona, familia o comunidad resiliente

Resiliencia como Estabilidad

  • Capacidad de resistir el golpe.
  • Capacidad de vivir y desarrollarse en un entorno de riesgo.
  • Permanecer competente pese a las circunstancias.

Resiliencia como recuperación

  • Capacidad de volver al estado original después de vivir una situación adversa.

Resiliencia como transformación

  • Capacidad de resistir, combatir, proteger su integridad y salir fortalecidoy transformado positivamente de esa experiencia.

Las características resilientes del individuo se distinguen por ser una persona que:

  • Busca soluciones a los problemas.
  • Ve los errores como un reto que debe superar.
  • Está motivada a aprender.
  • Posee una percepción positiva de sí misma (autoestima positiva).
  • Tiene buen sentido del humor.
  • Posee metas claras y realistas.
  • Logra lo que se propone.
  • Demuestra empatía.
    • Establece relaciones positivas con otros.
    • Busca ayuda.

Piensa y escribe...

¿De qué manera promueves estas características de resiliencia en la niñez mediante tus palabras y acciones?

El hogar es el primer entorno en el que la niñez aprende sus primeras lecciones sobre la resiliencia, a través de lo que las personas adultas a su alrededor hacen y dicen. De acuerdo con Villalba Quesada (2004), las familias resilientes demuestran las siguientes características:

  • Practican una crianza democrática en la que se establecen reglas y acuerdos entre todas y todos sus integrantes.
  • Establecen límites.
  • Tienen reglas consistentes. Sus menores de edad conocen cuáles son las expectativas que las personas adultas tienen hacia ellas y ellos.
  • El ambiente del hogar es organizado y consistente.
  • Existe una afirmación de un sistema de creencias y valores.
  • Aceptan las situaciones difíciles y trabajan conjuntamente para superarlas.
  • Existe apertura a una buena comunicación.
  • Investigan y obtienen servicios o recursos formales que aportan a su bienestar.
  • Sus integrantes se adaptan a nuevos roles.
  • Creen que pueden superar los obstáculos que enfrenten.

Si miras con detenimiento, el ambiente escolar debe tener como meta alcanzar cada una de las características que destacan a las familias resilientes.

Piensa y escribe...

Identifica que características resilientes de las familias practicas en tu salón, centro o escuela.

¿Cuáles características deseas fortalecer en tu salón con los niños y familias?

En la resiliencia comunitaria, se establece un sistema de balance entre la capacidad de la comunidad para afrontar los traumas (por ejemplo, un huracán o la pandemia de COVID-19) y la capacidad para afrontar los conflictos colectivos (esto es, las situaciones que afectan a la comunidad, que generan un peligro o amenaza).

Figura 5

Resiliencia comunitaria

fecha que apunta hacia abajo

ESTABILIDAD PARA
AFRONTAR TRAUMAS

CAPACIDAD PARA AFRONTAR
LOS CONFLICTOS COLECTIVOS

La primera experiencia de comunidad para muchas familias y sus hijas e hijos es la escuela. El sentido de comunidad y trabajar todos para el bien común comienza desde el hogar, y se expande y fortalece en el entorno educativo. Los niños y las niñas aprenden, como comunidad en el salón o centro, a convivir, a identificar los factores o eventos que les afectan. Así se insertan en el proceso de tomar decisiones y ejecutarlas.

Desde una perspectiva más amplia, el sistema social creado, ya sea por un grupo de personas por colectivos geográficamente delimitados (un barrio o un pueblo) —y dentro de este espacio geográfico, el centro escolar—, propician mecanismos que promueven la capacidad para afrontar traumas. Es ese sistema social el que ejerce la función de propulsar que las personas enfrenten y puedan sobreponerse de una adversidad. Por ejemplo, luego de un evento catastrófico, como puede ser un huracán, las sequías extremas, la erupción de un volcán o los terremotos, los sistemas sociales en otras comunidades o países se activan para apoyar a esas comunidades vecinas a superar dicho evento.

La capacidad para afrontar los conflictos colectivos es aquella en la cual las personas se identifican como un conjunto en el que se desarrollan y fortalecen los recursos con los que cuenta la comunidad (recursos tangibles e intangibles). La cohesión del sistema social que se crea en un ambiente educativo sirve de modelo y valida en la niñez su capacidad para, grupalmente, enfrentar situaciones difíciles así como para celebrar los logros y experiencias positivas vividas.

La resiliencia comunitaria se teje a través del encuentro de mentes y corazones que deciden involucrarse para el bien común, donde [sic] los desafíos se vuelven comunes y propios, las preocupaciones colectivas se traducen en proyectos para la convivencia, la entrega de las capacidades y los recursos individuales que se convierten en la herramienta social para el trabajo, y el desecho del egoísmo que permite que el amor transforme la vida de todos. (M. Agrinsoni, conversación privada, 13 abril 2018)

Los pilares para la resiliencia comunitaria son el humor social, la cohesión, la industriosidad cultural y la autoestima colectiva.

Figura 6

Pilares para la resiliencia comunitaria

La figura 6, presenta los pilares para la resiliencia comunitaria. Al centro, hay un círculo dividido en cuatro secciones que enumera los pilares: desde la izquierda, parte superior, y en el sentido de las manecillas del reloj: humor social, cohesión, identidad cultural y autoestima colectiva. Cada uno de esos pilares, se describe con varios puntos. Primer pilar: Humor social: (1) Es la capacidad de mirar una situación trágica con lentes de humor. (2) Es la capacidad de reírse juntos: esto hace más ligeras las tensiones. Segundo pilar: cohesión: (1) Pertenencia. (2) Identidad colectiva. (3) Oportunidades para la convivencia. Tercer pilar: identidad cultural: (1) Valores, creencias, costumbres, idioma y música dan sentido de pertenencia. (2) Refuerza lazos de solidaridad más allá del núcleo familiar. Cuarto pilar: autoestima colectiva: (1) Orgullo colectivo por el lugar donde se vive. (2) Amor por su tierra o país. (3) El entorno es parte de la identidad individual y social.

Si miramos estos cuatro pilares que presenta la Figura 6 como esenciales en la comunidad escolar, podemos identificar la manera en que cada uno de ellos aporta a construir experiencias de vida que nutran el desarrollo de la resiliencia de la niñez y las personas adultas que conviven en dicho espacio:

  • La cohesión se refiere a las actitudes que promueven relaciones significativas entre las educadoras y educadores, las niñas y niños, y cada integrante de la comunidad escolar. Es tener un sentido de identidad colectiva mediante la cual cada niña o niño se sienta que pertenece y es esencial, al mantener una convivencia de amistad, cariño y cuidado con su maestra o maestro, y sus compañeras y compañeros del salón.
  • La identidad cultural, que fortalece la resiliencia en el salón, se refiere al uso del idioma de uso oficial del país donde ubica el centro, así como a dialogar sobre los valores importantes para una mejor convivencia en el salón, en la escuela o centro y en la comunidad. Es escuchar música instrumental, escuchar canciones o leer cuentos que hablen sobre el país, su gente, lugares, costumbres o tradiciones. Es asegurar el reconocimiento de los símbolos patrios (en Puerto Rico, algunos ejemplos pueden ser: la bandera, el coquí, el San Pedrito o la flor de maga).
  • La autoestima colectiva se refiere a sentir orgullo por su escuelita o centro, por su salón, por la comunidad donde vive. Es importante conocer las peculiaridades de la comunidad, donde están los servidores públicos, los edificios importantes y espacios de esparcimiento que generan un sentido de tranquilidad y felicidad por su belleza natural. Es promover un sentimiento de orgullo por lo que representa cada niño y niña en el salón, y que, a su vez, representa una familia en la comunidad que es parte de un barrio, un pueblo y un país.
  • El humor social es la capacidad de reírse de las ocurrencias y curiosidades de otros en el salón; se trata de la aceptación del otro tal como es, de encontrarle el lado bueno a las situaciones, de poder reír cuando algo no sale tan bien, y la aceptación de la imperfección como una virtud. ¡Qué impresionante es ver un salón donde se escuchan risas, carcajadas; se regalan besos y abrazos en señal de amistad y solidaridad!

Piensa y escribe...

¿De qué manera tu interacción con la niñez en el salón promueve los pilares de la resiliencia comunitaria: cohesión, identidad cultural, autoestima colectiva y humor social?

Referencias

Best Start Resource Centre. (2017). Building resilience in young children. Booklet for parents of children from birth to six years. https://resources.beststart.org/wp- content/uploads/2018/11/K35-E.pdf

Clínica Cattell Psicólogos en Murcia. (2014, 13 nov.). Resiliencia y apego. Entrevista a Boris Cyrulnik. [Vídeo]. Youtube. https://youtu.be/nDjbcUosaPg

Decker, C. A. (2016). Child development. Early stages through age 12 (8va. ed.). The Goodheart Willcox Company.

García-Vesga, M. C. & Domínguez-de la Ossa, E. (2013). Desarrollo teórico de la resiliencia y su aplicación en situaciones adversas: Una revisión analítica. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, 11(1), 63-77.

Henderson Grotberg, E. (2001). Nuevas tendencias en resiliencia. En A. Melillo y E. N. Suárez Ojeda (Comp.), Resiliencia: Descubriendo las propias fortalezas (pp. 19-30). Paidós.

Real Academia Española. (2022). Diccionario de la lengua española. https://dle.rae.es/

Uriarte Arciniega, J. D. (2013). La perspectiva comunitaria de la resiliencia. Psicología Política, 47, 7-18.

Villalba Quesada, C. (2004). El concepto de resiliencia. Aplicaciones en la intervención social. Departamento de Trabajo Social y Ciencias Sociales. Universidad Pablo de Olvide, Sevilla.