La resiliencia en la niñez:

El uso de la narrativa para entretejer las voces de la niñez

Germie Corujo Martínez, Ed. D.

Dibujo que representa a un maestro enseñando vocabulario a cuatro estudiantesEn el desarrollo de nuestra profesión como educadoras y educadores, tenemos la oportunidad de reflexionar sobre cómo podemos ayudar a nuestra niñez a sentirse segura y bien sobre sí misma, aprender a relacionarse con sus pares y ser feliz. Por ello, es nuestro interés ofrecer estrategias que puedan ayudarla a desarrollar la resiliencia dentro de un mundo que, en ocasiones, es retante, dependiendo de las experiencias que le proveamos. En nuestra búsqueda por ser conscientes sobre la importancia de los primeros años de vida de una persona, necesitamos ser proactivas y proactivos en nuestras maneras de acompañar a la niñez desde una perspectiva de respeto y bienestar. Además, entendemos la importancia del desarrollo socioemocional en edad temprana, sobre todo porque es la base para que cada persona pueda crecer como un ser humano balanceado, estable y de valía hacia sí mismo y hacia las personas que le rodean. El pensamiento resiliente se aprende (Best Start Resource Centre, 2020, p. 2); por ello, es necesario reflexionar sobre el papel de las personas adultas y su relación con las experiencias que le ofrecen a la niñez.

Es nuestra responsabilidad, como educadoras y educadores, buscar en nuestro interior e identificar las herramientas que poseemos y las que necesitamos aprender. De esta forma, podremos ser modelos adecuados para nuestros y nuestras estudiantes.

Para reflexionar

Para comenzar, necesitamos tener una visión clara de dónde venimos y hacia dónde nos dirigimos. Es importante reflexionar de qué manera las características del temperamento, las relaciones sociales y emocionales, así como las experiencias a través de los años han aportado a construir un caudal de fortalezas en ti. De igual modo, es importante examinar cuáles son las áreas de mayor vulnerabilidad y que, por tanto, necesitas mirar y fortalecer. Esto nos ayuda a establecer una trayectoria auténtica, sensata y realista de lo que deseamos y necesitamos hacer. (Figueroa Fuentes, 2016, p. 41)

Para que cobre sentido la perspectiva de acompañamiento y respeto hacia la niñez en edad temprana, proponemos escuchar su voz, y darles voz a sus experiencias, creencias y pensamientos como estrategia para promover el desarrollo de la resiliencia. Abramos la puerta hacia una acogida real, genuina y de respeto, para entender sus necesidades cuando escuchamos lo que nos tiene que decir, conocer sus experiencias y compartirlas de una forma reveladora y luminosa hacia su desarrollo.

Como punto de partida, debemos desarrollar procesos de comunicación que le permita a la niñez establecer relaciones seguras y de confianza, abrir espacios para las relaciones saludables y entender la función de la palabra en la vida. Por ello, comenzamos esta sección con la importancia del lenguaje para el desarrollo de la resiliencia.

La importancia del lenguaje

El lenguaje es el medio o vehículo mediante el cual la niñez puede expresar lo que piensa, siente y sucede en su mente. Es el punto de partida para la comunicación y darle sentido a la información del mundo en que vivimos.

¿Qué es el lenguaje?

El lenguaje es la capacidad de los seres humanos para comunicarse. Es el instrumento del que nos valemos para la comunicación social, basado en un sistema de signos. Su diversidad la componen factores tanto sociales como culturales. La comunicación es una forma de interacción humana que contribuye a que, juntos, comprendamos el mundo que nos rodea. (Agrinsoni de Olivo & Santiago Díaz, 2008, p. 4)

Papá y mamá con su hijo hijo e hija jugando en el suelo El lenguaje es importante porque, a través de él, podemos expresar y reflexionar acerca de nuestros pensamientos y sentimientos. Una de sus herramientas es la oralidad. Desde muy temprano, esta se conjuga con el elemento social e interactivo. Como educadoras y educadores que fomentamos los procesos de comunicación, tenemos que proveer a la niñez situaciones que promuevan experiencias de intercambio social con sus pares y otras personas. El poder de hablar, escuchar, esperar un turno y tener sentido de su lenguaje le dará oportunidad de sentirse libre para manifestar sus emociones, resolver problemas y disfrutar de temas que le llamen la atención. Debemos reconocer que la niñez necesita descubrir su deseo de hablar y que la entiendan.

El juego cumple una función en el desarrollo del lenguaje. Cuando jugamos, expresamos lo que vivimos y, en la medida que nuestro pensamiento va evolucionando, manifestamos nuestros gustos y preferencias. Un ambiente en donde se juega para hablar y se habla para jugar sumerge a la niñez en evocaciones continuas sobre sus experiencias signifi cativas y el desarrollo de su pensamiento.

La influencia del ambiente es determinante en el desarrollo del lenguaje

Fomentar el contacto natural y espontáneo con el lenguaje es determinante para el desarrollo de la niñez. La perspectiva psicológica nos facilita información para entender que la concepción de contar una historia o hacer un cuento es una forma de comunicar experiencias de vida. Esto es completamente normal y cotidiano, ya que la niñez y todos los seres humanos, vivimos, en general, rodeadas y rodeados de historias que nos hablan de nuestras experiencias de vida (Engel, 1995; Bruner, 1996; Lecannelier, 2001; McCabe & Peterson, 1997).

El texto narrativo, como puede ser un cuento o una historia, es un género literario que relata una historia de forma breve. Muy bien podría ser una anécdota de la historia familiar o, incluso, una historia oral de la infancia de alguna persona, en la que se presenta una situación con personas de la vida real, sobre problemas que surgen y que son resueltos, o que traen una moraleja o anécdota. En fin, la vida misma.

Desarrollar textos narrativos con nuestra niñez —como herramienta para que pueda manejar y desarrollar su resiliencia— ha sido avalado, incluso, como mecanismo de terapia psicológica. El individuo no aprende sobre el lenguaje y sus mecanismos de forma explícita, sino a través de sus vivencias sociales y en la forma en que se expone a las expresiones de sus progenitores, así como de su entorno familiar; esto le imparte significación a ese ambiente (Goodman, 1996).

Cuando un niño o una niña describe cualquier experiencia, añade información según su sentido de lo que él o ella es, así como de las personas a su alrededor. Cada vez que relata una historia de un suceso vivido o que le pudo haber ocurrido, expande su mundo (Engel, 1995). O sea, la historia actúa como retrato, que le ayuda a desarrollar la comprensión sobre el mundo que le rodea. Por ello, para conocer a la niñez, debemos escuchar sus historias.

Las historias que realizamos, ya sean reales o imaginarias, representan nuestras experiencias, nuestras ideas; son una dimensión de quienes somos. Es a través de contar una historia que la niñez desarrolla su propia voz, como una forma de comunicar sus experiencias únicas y cómo ve el mundo (Engel, 1995). Por ello, utilizamos esas historias y anécdotas para desarrollar textos narrativos con la niñez, de forma tal que otras personas puedan escuchar esas expresiones y reconocer su valor. Así, validamos estas experiencias de vida —en ocasiones, de familia—, que contribuyen a que la niñez pueda desarrollar su resiliencia.

Necesitamos destacar lo que es ser resiliente en el proceso de enseñar y modelar, pues ese es, precisamente, el inicio reflexivo de cada persona sobre sí misma con relación a sus emociones y experiencias. El educador, la educadora o cualquier persona adulta debe reflexionar sobre la diversidad de experiencias en la amplitud de su vida, la forma en que le impacta y cómo le transforma en el individuo qué es o quiere ser. Este debe ser el primer paso de capacitación para enseñar a ser resilientes. Mirar a nuestro interior nos ofrece la oportunidad de reiterarnos en aquellos aspectos que queremos enseñar y modelar en la cotidianidad de nuestros espacios escolares y familiares. A través de ese pequeño detalle de abrazar, expresar aprecio por alguna ayuda recibida, valorar la forma en que otras personas aportan a nuestras vidas o, tal vez, disfrutar del asombro ante la maravillosa manifestación de la naturaleza es que podemos iniciar o continuar este proceso interno. Esto es, tomando en consideración, por supuesto, modelar estas acciones, proveer espacios y oportunidades para practicar dichas destrezas emocionales y acompañarlos en el proceso (López de Méndez et al., 2016).

En ocasiones, nos preguntamos: ¿por qué es importante tener herramientas y destrezas socioemocionales en el mundo en que vivimos? En su libro La inteligencia emocional, Daniel Goleman (2010) nos habla sobre el concepto de alfabetización emocional, el cual se refi ere a la enseñanza de valores y respeto hacia todas las personas. Nos indica que esta es necesaria para tener una función preventiva en términos de la violencia, el discrimen y los prejuicios que imperan en nuestra sociedad. Por ello, visualiza que tal alfabetización debe darse desde el contexto educativo, ofreciendo experiencias que vayan desde la comunidad más pequeña hasta la más grande. Quiere decir que, el inicio parte de los entornos familiares hasta llegar a contextos más amplios, como la escuela y la comunidad. Además, nos plantea que la escuela debe repensar su función y tratar de enseñar a cada persona el respeto a sí misma y a otros seres humanos. Expone, también, que las maestras y los maestros que ofrezcan cursos de alfabetización emocional deben tener las destrezas necesarias en términos personales, como sentirse en comodidad al hablar de los sentimientos y prepararse formalmente para impartir dicho conocimiento. (Corujo Martínez, 2016, p. 59)

La siguiente reflexión nos lleva a pensar sobre la relación entre la neurociencia y el desarrollo de valores como nutriente para el desarrollo social emocional. Capacitarnos dentro de una perspectiva profesional y personal nos permite ampliar nuestros horizontes y reconocer las innovaciones que debemos incorporar en nuestra búsqueda por construir un mundo mejor para nuestra niñez. No olvidemos compartir estas experiencias de aprendizaje con las madres, los padres y demás familiares. Así podremos abonar a construir relaciones recíprocas y de confianza con ellas y ellos. De esta forma, nos ocupamos de nuestra responsabilidad compartida con las familias para proveer un ambiente enriquecido que promueva el desarrollo del lenguaje y la resiliencia.

A través de mi experiencia como educadora, reconozco que la neurociencia y sus descubrimientos ofrecen múltiples retos para los educadores. Los maestros que se preocupan por el desarrollo de los valores, los sentimientos y las relaciones desde el desarrollo de vínculos y apego sólidos nutren el desarrollo socioemocional. Propongo que estos cuidan de la mente de los niños, que es donde, por consecuencia, se alojan sentimientos para vivir en comunidad, crecer y aprender, todo en un mismo plano de interconexión íntima desde donde surge el deseo por la voluntad para vencer miedos y obstáculos. Cuidar es una proposición humanista para nutrir la mente con ideas, pensamientos y sentimientos que se traducen en el desarrollo de un ciudadano feliz, creyente en la apropiación de la experiencia social y la construcción del mundo desde la convivencia. Veámoslo desde este punto: según necesitamos nutrición física, el cerebro nos pide nutrición emocional para ser, pensar y actuar ante el desarrollo de un yo íntimo y personal que se aviva desde las emociones.  (Agrinsoni, 2016, p. 28)

Escuchemos las voces de nuestros niños: Los textos narrativos en nuestra niñez

¿Cuál es la importancia de los textos narrativos? De manera resumida, a través de ellos podemos conocer el mundo cultural, social y personal de la niñez mientras desarrolla destrezas sociales, cognitivas y académicas. Las estructuras narrativas utilizan la memoria como proceso cognitivo, ya que la persona puede recordar una información y organizarla mentalmente en una secuencia al construir una historia o un cuento (Mandler, 1984; Engel, 1995; Ong, 1982). El simple hecho de contar un cuento es importante porque el niño o la niña practica, hace inventario de las historias que conoce, transfi ere esa información a sus experiencias de vida y a su propia forma de representación (Engel, 1995).

Entonces, ¿cómo ocurre durante el proceso de pensamiento? Smith (1996) señala que el razonamiento sucede como una cadena: el razonamiento intenta atar los pensamientos o las acciones en una serie de conexiones que no se rompen. Por otro lado, Gee (1991) nos dice que la memoria es un asunto personal asociado a las experiencias personales y culturales. Así que la memoria personal tiene que ser usada como un ensayo, en este caso a través de un recuento en forma narrativa. Lo que no se ensaya o practica desaparecerá de la memoria. Por lo tanto, a través de la narrativa, la niñez manifiesta su conocimiento sobre los eventos o episodios, las personas y las relaciones entre estas, las características de los diferentes géneros de la narrativa, así como aspectos lingüísticos, como el tiempo verbal o conectores lingüísticos. A través del texto narrativo se integra todo ese conocimiento (Hudson & Shapiro, 1991).

Es importante reconocer que el desarrollo cognitivo incide, o se inserta, en el desarrollo lingüístico. Por ello, es necesario escuchar, pero escuchar con el alma y con el corazón. Hay que mostrar respeto hacia lo que los niños y las niñas nos tienen que decir y de la forma en la que nos lo quieren decir, puesto que escuchar es un factor clave en este proceso de hacer cuentos. Necesitan tiempo para formular sus pensamientos y libertad para hablar sin ser etiquetados (Lehr, 1991). Debemos destacar que lo que nos tienen que contar es importante porque son sus experiencias de vida, sus pensamientos, y es la esencia que va configurándose y descubriendo su ser a través de lo que les permite el desarrollo del lenguaje.

A continuación, les presentamos un cuento realizado por una niña de cuatro años. Sus cuentos reflejan la atribución de valores, que es un tema recurrente en sus narrativas. Al entrevistar a su madre y su padre, se desprende que ellos hacían mucho énfasis en enseñar y provocar experiencias que daban importancia a los valores. Esto aporta a validar lo que se nos indica en la literatura sobre la influencia de las experiencias en el desarrollo sociocultural y el desarrollo del lenguaje, particularmente en los textos narrativos (Corujo, 2009; Lehr, 1991; Nicolopoulou, 1997).

El caballo que se lastimó una pata

Un caballo se lastimó la pata.
Y después lo tuvieron que llevar al huerto.
Y nunca lo llevaron al hospital porque no había doctor.
Después, el caballo dijo: “Amigos, ¿me pueden ayudar?”.
“Claro”, dijeron sus amigos “Vente, hay un hospital cerca”.
Y después, cuando ya él estaba curado de la pata ya pudo ir a su casa. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
(Texto citado en Corujo Martínez, 2009)

Los niños hablan sobre lo que conocen, piensan y perciben en los libros. Hablan sobre lo que escuchan y lo que leen. También, ofrecen su punto de vista y sus respuestas de lo que ven. (Lehr, 1991)

¿Cómo me hago grande?

Piensa que un niño o una niña te dice esto:

Ninna sorprendida se tapa ala boca con las manos“Cuando empiezo a descubrir las palabras que se usan para nombrar las cosas, los objetos y las personas, me emociono y me pongo muy feliz. Hoy dije “bibí”, y mi mamá entendió que quería tomar leche. Me encanta explorar los sonidos y repetirlos muchas veces, hasta que se asemejan a lo que escucho. Me voy haciendo grande y me inserto en el mundo de los grandes cuando uso las palabras como los demás. Sigo aprendiendo palabras y ya estoy empezando a hacer categorías. ¡Qué emocionante es este mundo de las palabras! ¡Quiero seguir aprendiendo! Mientras más palabras aprendo, observo que más personas me entienden y me hago entender. Ya estoy formando parte del mundo de los grandes. Quiero seguir aprendiendo palabras y cosas nuevas. Los enlaces en mi cerebro no paran, mis neuronas están de fiesta en este baile de aprendizaje. Quiero aprender palabras, muchas palabras que me ayuden a expresar lo que siento y lo que pienso.”

Escribe sobre tu proceso reflexivo, acerca de la forma en que la niñez va desarrollando su lenguaje y qué puedes hacer para enriquecer esas experiencias. Compártelas con tus colegas y las familias. Promueve esa reflexión en otras instancias. Los resultados serán espectaculares. ¡Anímate a hacerlo!

Hagamos un cuento: Manos a la obra con los textos narrativos

Dibujo infantil que represanta las flores de un jardín.Como hemos indicado anteriormente, la niñez no aprende sobre el lenguaje y sus mecanismos de una forma explícita: lo hace mediante sus vivencias sociales y su exposición a las expresiones de sus padres y madres, así como de su entorno familiar (Goodman, 1996). De esta manera adquiere la significación del mundo que le rodea. Según tiene experiencias, obtiene un signifi cado de ellas y va adquiriendo conceptos, formando ideas de lo que es el mundo a su alrededor. En la medida en que va aprendiendo a usar el lenguaje, va a utilizar esas expresiones para comunicar lo que quiere decir. Por lo tanto, las experiencias que se le proveen en su entorno familiar definitivamente ayudarán a que pueda tener mayor comprensión del lenguaje y, a su vez, ejercer una función sobre su medioambiente. Es decir que, al utilizar el lenguaje, las palabras que comprende serán más significativas. El uso de ese léxico le ayudará a que los que están a su alrededor le puedan entender. Es así como relaciona esa palabra y esa experiencia con lo que sucede a su alrededor. 

Bruner (1996) destaca la importancia de la cultura en la formación de la mente del ser humano, lo que es su esencia, sus reflexiones y manifestaciones como persona. Es decir, que las experiencias que tienen los niños y las niñas son vivencias culturales que aportan a su manera de ser y pensar. Además, esto contribuirá a que puedan construir significado de esas experiencias de vida y de esa cultura. De otro lado, la comunicabilidad que se desarrolla es la forma en que nos expresamos y reflejamos quiénes somos. Seleccionamos las palabras que utilizamos con un propósito de comunicación, de llevar un mensaje; de comunicar un deseo, una expresión o un pensamiento. Y eso, precisamente, es bien importante para entender y comunicarnos con otros seres humanos.

Dibujo que representa un una familia frente a su casa. Sobrepuesta: las manos de un niño o una niña haciendo el dibujo.Adicionalmente, Brunner (1996) también establece que los seres humanos organizamos nuestro pensamiento usando formas narrativas y llevando a cabo una interpretación de lo que se narra. Por ejemplo: piensa en una historia, anécdota o narrativa que recuerdas de tu infancia. Según Nicolopoulou (1997), esos son, justamente, los inicios de las narrativas. De esta forma, se crean paralelismos entre la estructura narrativa y su uso para interpretar las experiencias de la vida diaria (Bruner, 1996; Lecannelier, 2001; Vasconcelos-Magalhães, 1996).

Los cuentos o textos narrativos dirigidos a la niñez también poseen ilustraciones o representaciones pictóricas que contribuyen a la significación y comprensión del relato. Esto es de mucha importancia para la literatura infantil.

Representación pictórica

Cuando exponemos a los niños y las niñas a ser autores e ilustradores de sus propias narraciones, encontramos información valiosa sobre cómo ocurre el desarrollo de la representación pictórica en esta etapa del crecimiento. En esta, la oralidad es muy importante dentro del contexto narrativo.

La relación entre el lenguaje oral y el lenguaje escrito nos lanza el reto de ver la pertinencia sobre cómo se conectan uno con el otro. Sulzby y Barro-Zecker (1991) proponen que el lenguaje oral y escrito “co-ocurren y están interrelacionados” (p. 177) de forma tal que se desarrollan en forma simultánea, en vez de en secuencia, como se ha pensado por tanto tiempo. Además, entienden que las manifestaciones orales se muestran en el escrito, y las expresiones escritas se manifiestan en forma oral (Sulzby & Barro-Zecker, 1991). En otras palabras, podemos identificar en las expresiones orales de la niñez elementos que pueden estar presentes en la forma escrita, como puede ser la lectura de un cuento, la entonación, la estructura o esquema de un cuento, entre otros. Este intercambio muestra que ambos procesos están interrelacionados y que no pueden desvincularse como se pretendía por mucho tiempo en las perspectivas educativas (Garton & Pratt, 1991; Sulzby & Barro-Zecker, 1991).

Ya en 1971, Lansing nos decía que la cultura es parte importante en la producción de los textos gráficos de la niñez. La estimulación cultural se refiere a cómo esta recibe influencia de su cultura, sus tradiciones, sus valores y sus mores, que son sus actitudes morales con relación al grupo particular del que proviene y cómo estos dirigen su representación pictórica.

Sin la influencia de la cultura en su carácter y las historias que viven, los niños tendrían muy poco que dibujar. (Lansing, 1971)

Como vemos, este proceso ocurre mediante la oralidad. Por lo tanto, vemos ahí la importancia de que la niñez tenga formas de expresarse oralmente, pues a través del proceso de explicaro describir lo que está haciendo es que ofrece significado a sus historias (Van Oers, 1997). Es decir, el proceso de significación ocurre de forma paralela tanto oral como pictóricamente. La niñez en edad preescolar sabe que su representación pictórica no muestra necesariamente lo que quiere decir; por lo tanto, descansa en su lenguaje oral para que quien reciba el mensaje pueda entender lo que quiso representar y con el significado que le quiere dar (Van Oers, 1997).

En definitiva, el lenguaje oral tiene una función explicativa. Esto es más que evidente cuando la niñez hace una ilustración dentro de la narrativa y te explica, como si añadiera partes del texto narrativo mientras completa el dibujo. La niñez dibuja los objetos y las personas de su ambiente que son más importantes para ella; eso le estimula mientras dibuja (Lansing, 1971).

Niño o niña pintando con un pincel sobre papel.
Dibujo creado por un niño o una niña.

Dubujo infantil que representa un grupo de personas.Las historias y sus experiencias se reflejan en las representaciones pictóricas de la niñez. Así que los dibujos se convierten en una forma de narrativa gráfica que, acompañada con el lenguaje, contribuye a comprender los procesos de significación (McCabe & Peterson, 1997).

Por ejemplo, Vygotsky (1979) establece que el arte es un sistema de signos o un lenguaje, y que la niñez constantemente fusiona sistemas de signos por su alta creatividad y su constante exploración del ambiente. Para él, el arte es, precisamente, otro lenguaje, pero visual. Es por ello que decimos que el desarrollo pictórico de esta etapa no va a la par con el desarrollo cognitivo, ya que este último, junto al lingüístico, están más desarrollados que las capacidades motrices que necesita para ilustrar (Van Oers, 1994).

La niñez utiliza el lenguaje para acompañar la ilustración, de forma tal que, como hemos dicho, el lenguaje tiene una función compensatoria hasta que las cualidades visuales de los dibujos estén acordes con la representación de objetos de la realidad (Thompson, 1990).

Dibujo infantil

Los niños y las niñas cuentan historias con sus dibujos y representaciones icónicas. Muchas veces, las representaciones pictóricas tienen una función narrativa, y no representan una situación, sino una narrativa (Van Oers, 1994).

Lo importante es su significado

Niña o niño pintando con pincelFrecuentemente, la niñez en edad temprana acompaña sus actividades artísticas con una conversación reflexiva, descriptiva y social (Dyson, 1988). Tal reflexión sobre el proceso artístico le es necesaria, pues es como convierte la reflexión en palabras. Escuchar esta narrativa paralela es crucial para conocer lo que desea compartir, comunicar y expresar de sí misma. Cuando le damos acompañamiento en estos procesos y validamos el uso de las palabras durante su actividad artística, esta puede consolidar y comunicar el proceso de su pensamiento mediante el dibujo. Es importante que el educador y la educadora puedan reconocer esto, hacerle preguntas, mostrar interés y dejarle saber que todo lo que comunica es valioso (Thompson, 1990).

Dibujo infantilLos dibujos que crea la niñez y las narrativas que les acompañan le permiten expandir sus perspectivas únicas del mundo, sobre todo en su intercambio con las personas adultas (Thompson, 1990). Por ello, recalcamos que estas últimas deben saber valorar y escuchar lo que la niñez tiene que decirles. Esto es importante y necesario para lograr el desarrollo de esa narrativa desde la perspectiva educativa.

Acompáñanos a realizar actividades con nuestra niñez, mediante las cuales incorporemos textos narrativos y representaciones pictóricas como parte de un proceso de desarrollar y aprender sobre la resiliencia. Recordemos que “una relación estable con un adulto responsivo es crucial para que los niños desarrollen la capacidad de ser resilientes” (Best Start Resource Centre, 2020).

Ejercicios de práctica para realizar narraciones con la niñez

1. ¿Quién soy? ¿Quién eres? ¿Quiénes somos?

Imagen: Centro de Desarrollo Preescolar, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
  • Realiza una actividad mediante la cual expongas a cada niña y niño a hacer su autorretrato.
  • Llévala a cabo en un espacio bastante cómodo.
  • Utiliza una foto de cada uno para que puedan trabajar su dibujo. Otra alternativa es utilizar un espejo; sin embargo, la foto provee estabilidad para trabajar poco a poco.
  • Luego, estimúlales para que “escriban” sobre ellas y ellos mismos.
  • Puedes actuar como secretaria o secretario de lo que quieran comunicar.
  • Luego, promueve crear una composición grupal, como se muestra en el modelo (imagen adjunta).
  • Disfruta las conversaciones y sus expresiones orales sobre este trabajo.

2. Veo, veo. ¿Qué ves?

  • Selecciona una lámina, foto o imagen que pueda ser un referente sobre las experiencias de tus niñas y niños. Puede ser una foto de una excursión o alguna actividad realizada en el salón; debe tener relación con alguna situación o experiencia que hayan tenido.
  • Comienza a hacerles preguntas abiertas relacionadas a la imagen mostrada. Procura que sean preguntas que no se puedan contestar simplemente con un sí y un no.
  • Haz preguntas tales como: ¿En dónde será este lugar? Si has visitado un lugar parecido, ¿qué actividades podríamos realizar en ese lugar? Si has visitado algún lugar similar, ¿me quieres contar sobre ello? ¿Quiénes están en el lugar? ¿Qué están haciendo? ¿Cómo te sentiste?, entre otros aspectos.
  • Motívales a que cuenten sobre la situación o lugar que se les estás mostrando.
  • También puedes darles a escoger una lámina diferente a cada cual para que realice su cuento.

 

Gallinas en un patio

3. ¡Había una vez y dos son tres… un cuento chistoso!

Maestro junto a grupo de niños y niñas sentados en el suelo

Realiza un cuento grupal, al cual cada niño y niña tenga que aportar una proposición u oración como parte de la narración.

  • Inicia recordando las características de un cuento; por ejemplo: que se desarrolla en un lugar, que tiene personajes, que debe presentar un problema y tener una solución.
  • Comienza el cuento con la frase: “Había una vez…” como clave para que comiencen la historia.
  • Ubica a los niños y las niñas en un círculo, uno al lado del otro.
  • Explícales que cada cual tendrá un turno para aportar una oración que se irá sumando al cuento que quieren crear. Modela lo que quieres decir con esto mediante un ejemplo.
  • Ten disponible una maestra anotadora, que leerá el cuento en voz alta cuando lo terminen.
  • Puedes incorporar elementos onomatopéyicos dentro de la narración; tener instrumentos musicales disponibles ayuda a crear estos efectos.
  • También puedes utilizar una grabadora si se te hace difícil escribir todo en algún momento.
  • Recuerda que es muy importante transcribir literalmente las expresiones de los niños y las niñas.
  • Ofréceles la oportunidad de editar lo que cada cual haya dicho si ese es su deseo.
  • Pídeles que ilustren la parte del cuento que hayan narrado para construir un cuento con ilustraciones.
  • Una vez finalizado, exhíbelo, ya sea en formato de libro o como una exposición de trabajos.

4. ¿Quieres que te cuente algo que me pasó? Mi anécdota familiar.

Familia de cuatro integrantes (dos personas adultas y dos menores de edad) pasean por el campo
  • Cada día, haz una rutina mediante la cual cada niño o niña tenga la oportunidad de hablar sobre una anécdota familiar, algo que le ocurrió o que hizo en familia.
  • Toma nota de lo que diga para crear un libro de anécdotas familiares.
  • Introduce el concepto explicando lo que es una anécdota y crea conciencia de que la expresión oral tiene una forma escrita.

5. ¡Vamos a hacer un cuento!

El elefante triste

Era un elefante que no bataba agua por su trompa.
Ese elefante un día, cuando estaba (cuando estaba) con sus hermanos,
El elefante (el elefante) trató de tirar agua pero no pudo.
El vio una cascada de agua, pero tomó muy triste la cascada de agua
porque no podía soplar agua.
Y después, después, después, después, después el elefante cogió agua
y después dio un estornudo y
sacó la agua y aprendió.
Y colorín, colorado este cuento se ha acabado.

(Texto citado en Corujo Martínez, 2009)

  • Poco a poco, trabaja el concepto de que harán un libro de cuentos realizados por cada estudiante.
  • Preséntales la idea de que todas y todos pueden ser autores e ilustradores de sus cuentos.
  • Graba las instancias en que realicen un cuento para que sea más fácil realizar la transcripción y sea fiel a lo que cada niño o niña diga.
  • Explícales que su función será como de un secretario o secretaria que tomará notas de lo que le dicten.
  • Después, transcribe el texto, siendo muy fiel a las expresiones exactas, sin cambiarlas; solo edítalas cuando el niño o la niña lo desee.
  • Anímeles a que hagan una representación pictórica.
  • Documenta y graba la conversación mientras cada niño y niña realiza su representación pictórica.
  • Utiliza estrategias sencillas para realizar las ilustraciones dependiendo de la edad de cada individuo y su desarrollo motriz.
  • Una estrategia sugerida para realizar la representación pictórica es la siguiente:
    • Utiliza acuarelas para pintar el fondo de un papel en blanco, preferiblemente de calidad de Arte, pues es un poco más grueso que el papel regular. Todos los espacios deben estar pintados como muestra la siguiente ilustración.

Referencias

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